Te dispones a leer el último relato que leerás en tu vida, pues me temo que tu corazón dejará de latir en unos pocos minutos. Sé que en este preciso instante estarás pensando en retirar tu vista de este relato y pasar al siguiente, o tal vez encender la radio un ratito. Piensas que quizás así te vas a librar de regresar conmigo. Aunque en el fondo sabes que no soy yo quien ha venido a buscarte, hace tiempo que tú me suplicabas que te llevase conmigo; con tus imprudencias y despistes...
Pero ya sabes... Tengo demasiado trabajo y además no me parecía buena idea todavía. Pero hoy y ahora es el momento perfecto; vas conduciendo a una velocidad normal, sí, pero estas distrayéndote con el móvil, llevas un rato leyendo algún que otro relato, hasta que has llegado al mío. Vislumbras unas luces de frente pero ya es demasiado tarde. El pensamiento de haberla cagado por invadir el carril contrario cruza por tu mente como una estrella fugaz. Y una palabra a medias sale de entre tus labios "mierd"...
Oye no me pongas esa cara mientras vas en la ambulancia de camino al hospital más cercano. No vas a llegar con vida y lo sabes. No me preguntes qué va a pasar con todo el dinero que has ido ganando junto a tus sucios socios a consta de explotar a trabajadores de los cuales tantas veces te has reído diciendo "pobres infelices”. Supongo que se lo repartirán entre ellos mientras sigan con esa empresa. ¡Qué más te da ya!
Venga sígueme, sé que estás deseando ocupar otro cuerpo nuevo, ¿verdad? El tuyo ha quedado algo desfigurado y ya no te gusta. Pero en este momento soy yo quien tiene la duda de qué hacer contigo: ¿Te devuelvo a la vida con esa horrible mirada que se ha dibujado en tu rostro, con invalidez de cuello para abajo y que a penas podrías balbucear? ¿O te devuelvo a la vida creciendo en el vientre de Selene, esposa de uno de tus humildes trabajadores, viviendo en una casa hecha de maderas y plásticos, donde se come una vez al día?
Dime qué prefieres; tu cuerpo actual desfigurado e inválido, pero con millones, o una nueva vida en la miseria, sin ropas de marca, sin lujos, pero con unos buenos padres que seguro te darían cariño. Sí, cariño y aprecio, eso que tú nunca supiste dar.
Tic-tac, tic-tac, los minutos corren y mi jefe me dice que debo tomar una decisión sobre qué hacer contigo. ¡Bueno, ya está resuelto! ¿Ves? Después de todo no soy tan mala, pero los humanos me teméis tanto...
Sin embargo yo siempre os doy otra oportunidad para redimiros. Siempre…