Una guija, un restaurante llamado La Mucca organic food, el rumor de que fue construido sobre un viejo cementerio y puertas que no debimos abrir.
Ya apenas puedo dormir, me cuesta concentrarme, nunca encuentro nada donde lo dejo, las raras veces que consigo dormir siento que me tiran de la ropa o del pelo, incluso un día algo me arañó y al despertar las marcas rojas de mi brazo estuvieron ahí por unos segundos.
Mañana tengo un examen de repesca, ahora lo escribo todo a mano, ya que los aparatos electrónicos que tengo funcionan mal.
De repente noto la yema de unos dedos acariciándome el pelo, lo he sentido muchas veces, sé lo que es, me esfuerzo y giro a ver siempre, pero no veo a nadie, desesperada resoplo, tengo miedo y estoy cansada de sentirme así, siento el peso de mi cabeza, la apoyo sobre mis manos con los codos en la mesa, mi larga melena me cubre el rostro, y es en este instante cuando escucho por vez primera esa voz, no puedo creerlo pero es mi voz, la siento tan clara como si sonase dentro de mi cabeza pero el sonido procede de enfrente y ahí antes solo estaba una silla vacía, la única diferencia es que esa voz suena más ronca, arrastrada por la curiosidad y sierva del no es posible levanto la vista porque no puedo evitar mirar, ya habría querido no hacerlo, pero lo hice.
Frente a mi estoy sentada yo, no es la yo que veo en el espejo, es idéntica a mí pero con un toque de descomposición, su piel es muy blanca, sus ojos son agujeros negros de vacío y oscuridad, y puedo ver sus venas azul marino muy oscuras y cuando digo sus venas me refiero a todas sus venas, no lleva ropa, yo no puedo moverme, tampoco lo intento realmente, esa cosa que se parece a mí habla otra vez.
-Mírame a la cara.
Yo obedezco, ella se ríe.
-Eres una buena puta obediente, no podrás escapar de mí.
Yo estoy pensando justo eso, como escapar de ahí y ella ha leído mis pensamientos, confirmándome así la horrible certeza de que esa cosa la tengo dentro.
-si puta estoy contigo siempre, tú me llamaste-. Dice y comienza a vomitar sangre negra a borbotones.
Consigo cerrar los ojos para no verla, comienzo a sentir una humedad creciente entre mis piernas, creyendo que me orino del miedo abro los ojos para horrorizada comprobar que lo que mana de mi cuerpo no es orina, lo que veo es mis vaqueros grises teñirse en rojo oscuro, sé que no puede ser la regla ya que pase la regla hace una semana y la gran cantidad de esa sangre, que no es de un color normal, peor aún es el olor, es nauseabundo, como a carne en descomposición, ella ya no está enfrente, no la veo, me encuentro mareada pero intento levantarme para ir a pedir ayuda pero todo se vuelve oscuridad.