No lo puedo contar a nadie, las pocas veces que lo he hecho todos se ríen de mi por lo que he optado por callar.
Cada vez que me duermo se repite, desde la ventana de mi casa, veo las de los bloques de enfrente y siempre pasa lo mismo, monstruos con caras horribles me observan con muecas de dolor y desesperación, manos huesudas que brillan con un sudor grasiento que me hacen señales de que vendrán. Sé que lo harán, entrarán y me devorarán sin remedio, es solo cuestión de tiempo, cada noche es lo mismo, cierro en sueños la ventana con el corazón desbocado, pero esas imágenes me continúan atormentando cuando abrazo mi almohada y cierro los ojos con fuerza, mi deseo es que llegue el día, cuando amanece cada jornada es igual, tengo el camisón empapado, solo el café y después el trabajo me calman. Cada noche es peor, el terror que emerge de esas ventanas es insoportable. Con casi un ataque, me visto y salgo corriendo al taxi que espera.
El día me da vida, sus colores y sonidos me reconfortan, trabajo, disfruto de la comida con los compañeros y rio, luego en lo más recónditos de una sala que nadie frecuenta hago el amor con Juan el contable; es guapo, me hace vivir el placer de una forma desinhibida y cómplice, a los dos nos gusta y no pretendemos nada más, no queremos compromisos, volvemos al trabajo como si nada hubiese pasado y la tarde discurre monótona y triste, fuera una lluvia fina y penetrante parece querer empaparlo todo.
Es como si el mundo se hubiese convertido en una gran esponja y todo parece blando e irreal. Cojo un taxi de vuelta a casa, el poco trayecto que cruzo desde el umbral hasta el auto me ha dejado húmeda y temblorosa.
Miro el taxista, es un chico moreno bien proporcionado que huele muy bien, veo que coloca el espejo para mirar mis piernas.
Mi falda es muy corta y deja poco a la imaginación, pero no me importa eso me excita, dejo que mire y me hago la distraída, Cuando al final de la carrera le pago, el roce de mi mano con la suya me produce un dulce escalofrió, paso corriendo a casa, no sé porque ese chico me ha excitado tanto.
Quizás sea porque estoy hipersensible, me ducho a la vez que me acaricio, me masturbo y me retuerzo de placer, es un placer salvaje que nunca había sentido tan intenso, hasta yo misma me sorprendo.
Me seco riéndome de mi misma, me coloco una larga camiseta y ceno sin ganas, parece que mi alma espera algo que no entiendo, es la misma sensación que se experimenta cuando uno está a punto de asomarse a un desfiladero y la expectación y el miedo se mezclan subiendo por la garganta.
Pongo el televisor y paso de cadena en cadena sin centrarme en ninguna, la apago asqueada de no ver nada interesante ni que fije mi atención.
Cojo un libro de aventuras y me tumbo en la cama, quisiera leer toda la noche, fantaseo con ello, últimamente no me apetece dormir pues mis profundas pesadillas hacen que despierte con el corazón desbocado y una congoja indescriptible, lo he consultado con varios médicos que me recetaron píldoras distintas y con neurópatas y curalotodo con técnicas infalibles y orientales, ya lo he dejado, no me funciono nada y espero paciente que sea una mala racha y pase. Mis ojos se cierran con una dulce y pesada modorra, intento evitarlo, pero sin saber cómo me quedo profundamente dormida.
Entonces sucede de nuevo, el ruido y el sonido de los arañazos en las ventanas de los bloques de enfrente me hacen levantar sin poder evitarlo, es como si un imán me atrajese hasta mi ventana, no quiero, pero no puedo evitarlo.
Esta noche los monstruos que veo en las grandes cristaleras de enfrente son más horribles aun si eso es posible de los de costumbre, hay al frente uno que parece un gran híbrido entre hombre y alguna Bestia mitológica musculoso, muy poderoso, es la primera vez que pasa, pero me fijo en un pene descomunal que no trata de disimular ante mí, junto al miedo comienza a crecer en mi un desasosiego descomunal, no sé porque, pero siento una excitación salvaje que me arde en las entrañas, entonces sin ser dueña de mis actos abro la ventana y le indico con la mano que venga. Estoy fuera de mí, No puedo controlar mis sentimientos ni deseos.
Entonces sucede, ese ser prodigioso rompe el ventanal de enfrente y sale sujetándose a la cornisa, junto a él salen dos monstruos pequeños como grotescos enanos con largos brazos que le siguen, de un salto los tres se colocan en la cornisa de mi edificio, me retiro un poco y los tres entran en mi habitación.
Se dirigen hacia mí con un andar pausado como calculando su asalto, yo tropiezo con la cama y caigo en ella de espaldas, no sé qué siento, pero es una mezcla tan fuerte de deseo y ansiedad que parece que explotare de un momento a otro, Los dos acompañantes del ser extraordinario me quitan la camiseta por la cabeza y comienzan a acariciar mis pechos, yo no hago nada solo tengo ojos para mirar lo que tengo ante mí.
Se acerca, mi corazón es ya un potro desbocado, sin tumbarse se sitúa frente a mí, me penetra sin demasiada brusquedad, me siento llena por ese ser tan extraordinario y comienzo a moverme a su ritmo, no tardo en experimentar un orgasmo tan explosivo que creo que me hace perder el conocimiento.
Los otros dos seres continúan acariciándome, pero no me importa, solo estoy para el ser que en estos momentos posee mi cuerpo y mi alma, lo demás simplemente no me importa.
Me da la vuelta con suavidad y me posee en esa postura, yo no solo no me quejo, sino que me acoplo a él con todas mis fuerzas, me he vuelto enloquecidamente insaciable quiero más y tanto es así que las atenciones de sus acompañantes no me molestan en absoluto, esta vez el orgasmo me hace arquearme y gritar como una posesa, no sé si voy a morir, pero no me importa no quiero que esto termine, no se el tiempo que esto continua, ya no soy la dueña de mis actos solo soy deseo y locura que se retroalimentan en sí mismos.
Suena el despertador, tomo conciencia de que estoy dormida, pero veo la habitación como en una nebulosa, yo estoy en otro plano y no puedo salir.
Lo intento asustada lo veo todo, pero no puedo acceder a ello, estoy paralizada atravesada en la cama.
Me cuesta un buen rato hacer que mis músculos me respondan, poco a poco consigo incorporarme sentándome en la cama, estoy aturdida dolorida y me siento densa y sucia, estoy desnuda y los golpes de la hoja de la ventana me hacen ver que está abierta.
Recuerdo de pronto lo sucedido esta noche y miro por la ventana, en frente las grandes cristaleras de la gran oficina con los halógenos encendidos y la gente que poco a poco se va incorporando a sus mesas de trabajo. Ni rastro de las ventanas partidas que vi romper anoche.
La confusión me angustia. Creo que me estoy volviendo loca.
Me ducho, siento dolor en mis partes íntimas, me asombra esto, me rio de mi misma.
El café me despeja, pero no puedo dejar de pensar en el sueño, me extraña que despertara desnuda y dolorida. ¿Cómo puede hacer eso un sueño?
Cojo un taxi como cada día y vuelvo al trabajo, pero curiosamente hoy no me consuela, pienso en la noche anterior y ya no siento miedo, al contrario, un calor me reconforta en lo más íntimo de mí. No puedo dejar de pensar ni un minuto en lo que tan profundamente me marco en el sueño de la noche anterior, ¡Porque fue un sueño! No dejo de repetirme eso una y otra vez.
- ¿Carmen comes hoy conmigo? ya sabes, después podemos tomar un buen postre.
-No Juan, lo nuestro ha terminado, ya no siento nada por ti.
El chico queda como petrificado, no lo esperaba y no sabe cómo responder.
-Ahórrate el esfuerzo Juan ya nada tienes que hacer.
- ¿Qué he hecho mal?
-No te tortures, no se trata de ti, soy yo la que he cambiado.
Juan se siente herido en su orgullo, da la vuelta y ya no dice nada más.
Carmen come sola en la cafetería de la esquina, no tiene apetito, el día se le está haciendo eterno, aunque le parece una locura solo quiere que llegue la noche.
Cuando por fin llega a casa, toma un vaso de leche y se ducha con esa excitante sensación del que espera a un ser amado, se dice a sí misma una y otra vez que está loca, piensa riéndose de sí misma que quizás esta noche tenga una horrible pesadilla y los miedos regresen a ella.
Mira por la ventana, pero en el edificio de al lado solo se ven las luces de emergencia de las oficinas y en una de ellas que tiene luz, una señora de la limpieza en su faena con unos aparatosos cascos.
Se tiende en la cama desnuda y se abraza a la almohada, se deja vencer por una dulce modorra sin oponer resistencia.
La despiertan unos golpecitos en el cristal de la ventana, mira con los ojos muy abiertos ahí está el ser que ve más impresionante que nunca, como si le faltase tiempo se levanta de un salto y la abre, el ser se escurre a el dormitorio con la flexibilidad de un reptil, esta noche está solo, abraza a Carmen levantándola en el aire
Antes de volver al suelo ya la está poseyendo, ella le corresponde con todo el deseo y la angustia que este sentimiento tan fuerte le produce.
Es una noche de vértigo y desenfreno sin fin, hacen cosas que nunca ella pudo imaginar que fuesen posibles, hasta que sus fuerzas la abandonan y todo se va al negro.
De nuevo la despereza el despertador, pero es incapaz de moverse, hoy lo ve mucho más difícil que ayer, solo que hay una diferencia, no quiere abandonar este plano quiere aferrarse a él y no volver a su vida, pasa así unas horas en un sitio indeterminado entre planos, no sabe como pero despierta, es ya muy tarde, cuando llega a el trabajo hila una floja disculpa que hace que su jefe arquee las cejas pero a ella no le importa, ya nada le afecta, no pertenece ya a este mundo, lo siente como una horrible losa. Solo quiere que llegue la noche.
Así pasa la siguiente semana, se arrastra algunos días al trabajo y otros ya ni va, se olvida de comer y su aspecto es horrible. Sus compañeros preocupados le dicen que se acerque al médico, ella les sonríe y les dice que no le hace falta. En una semana esta despedida, pero a ella no le importa se encierra en casa esperando que llegue cada noche, aunque ya no tiene ni fuerzas para pensar, solo recupera un vigor extraño y pleno cuando duerme y sueña.
Esta noche no sabe si se ha dormido o perdido el conocimiento, todo le duele, ya ha dejado de comer y no puede ni moverse.
Pero cuando su amado llega ya no siente nada, todo es felicidad, esta noche no le hace el amor, la coge en brazos y salta por la ventana, vuelan sobre un mundo dormido, la transporta como una pluma henchida de felicidad se dirigen hacia un destino en el que acceden traspasando la falda de una montaña, como si fuese de un fino plástico, entran en un mundo cálido y extraño donde todo es sensualidad y placer a Carmen lo que ve, le recuerda los cuadros del Bosco, le gusta y complace y se acurruca en los fuertes brazos de su extraño amante que desciende con ella fundiéndose en un mar de cuerpos y brazos que les reciben.
Han pasado unos días, solo las quejas de los vecinos hacen que la policía fuerce la puerta de la casa.
La encuentran muerta desnuda en su cama, después de hacer muchas fotos y tomar distintas muestras, la introducen en un saco de plástico, es un caso más de los muchos que tienen que ver cada día. Todo sigue sin ella, los distintos monstruos que acechan en la ciudad, continúan con su insaciable búsqueda.