Esta oscuridad, este ruido insoportable en los oídos, esta tremenda tempestad golpeando contra mi piel. Estoy cayendo, no lo veo, pero lo puedo sentir.
Parece una eternidad. “Ojalá sea un sueño”, suplico. Seguro que lo es. Me despertaré en la cama sudando y estremecida, pero despierta al fin. Estos son los sueños de caídas de los que tanto habla la gente, son tan reales, es todo tan real. ¿Qué está pasando? Mi cabeza da vueltas; estoy sudando en este frío terrible… No es posible, pero recuerdo estar sentada hace sólo unos segundos. ¡Sí, estaba con él! ¡¿Qué está pasando?! ¡Estábamos en un avión, lo recuerdo! Recuerdo el ruido ensordecedor de... ¿las turbinas? ¡No, de los pasajeros! Gritos de terror, ¿el avión se estrellaba? ¿Cómo logré salir? ¡Me empujaron!
¿Me estoy desmayando? No siento los dedos… Mi cabeza… Todo está borroso, mis recuerdos se confunden, no puedo estar segura de nada. Sólo sé que el mundo se ha ido a la mierda, hubo una catástrofe, un horrendo suceso, muertos. ¡Muertos!. ¡No, no, no, no es posible! ¡Vi a mi propio hermano, pero él murió hace años! Su mirada vacía... No consiguió verme, pero me conocía. Mi propio hermano. Apestando a tumba, a carne podrida y a excrementos.
Siento el sabor metálico de la sangre en mi boca, los dientes me tiemblan, la lengua seca. Me duele el pecho, sé que tengo una herida, la noto. Apenas un arañazo, pero me irrita y me atormenta como un rayo. ¿Estoy sangrando? Consigo tocarme la herida y notar que no, no estoy sangrando. Sin embargo, está supurando un líquido espeso y repugnante.
Abajo no hay nada, no hay luces, no hay ninguna referencia del suelo, podría estar cayendo en un agujero negro y no me daría cuenta. Esta oscuridad me asusta y me confunde. Cuando trato de recordar qué ha pasado, no lo consigo, seguro que es por el pánico, pero estoy perdida entre las dudas, perdida entre recuerdos borrosos. Poco a poco voy perdiendo la cabeza, mi memoria se desvanece. Realmente pienso, pero no sé quién soy. Noto mis miembros más pesados, no puedo mover las articulaciones.
Mi cabeza… Mi cabeza… No veo nada, no siento nada, el mundo se apaga… ¿estaba cayendo? Ya no soy capaz de notarlo. Mi cuerpo está rígido, mis oídos han estallado, de golpe me han abandonado… Mi cabeza… ¡No, no soy yo! ¡Esta no soy yo! Lucho contra mí misma con todas las fuerzas que me quedan, pero en mi corazón sé que estoy acorralada; es el fin, no puedo hacer otra cosa más que dejarme arrastrar. Me voy, me marcho… ¡Hambre! Sólo noto hambre, ¡un hambre insaciable! Me arrincono entre muros inexistentes, entre la nada más oscura… Mi cabeza… Mi cabeza… “Se acabó”, me digo. “He abandonado la vida, la vida, la vida… Hambre. ¡Hambre!…”
Suelo.