Desde hace unos días…no duermo bien. A decir verdad, son pesadillas lo que tengo.
Son oscuras, en las que me quedo sin alma. Y sólo se apodera de mí el dolor.
Cuando me despierto me siento cansada, a parte de llena de pequeños moratones.
Pero debo haber sido yo durante el día tropezándome…soy tan torpe…
Vivo sola desde hace unos años. La verdad es que nunca me he sentido mal por ello. Aunque últimamente me siento inquieta, sobre todo por las noches.
-Deben ser esas estúpidas pesadillas- me digo mientras me preparo el café de la mañana.
Mi casa es bastante grande: tiene un bonito salón, un par de habitaciones donde realizo mis tareas, y un pasillo… largo, recto y oscuro.
Cada noche, antes de acostarme, me aseguro de que está todo en orden. Sobre todo, ese pasillo. Hace algún tiempo hicieron obras en el piso superior y debido a ello me tuvieron que cambiar todo el techo. Un agujero bastante considerable apareció. Dejando entre visto las tuberías y demás.
Los obreros decidieron que lo mejor era poner un techo extraíble, por si en otra ocasión volviera a ocurrir algo similar.
Ese pasillo…
Por lo demás vivo tranquila y en paz. Con mi pequeño inquilino que aparece cada vez que tiene hambre o frío. ¡Es adorable! No es mío, pero siempre está ahí, observando todo.
Yo lo veo todo.
Aquella noche estaba demasiado oscura, pero aun así podía ver algo en la oscuridad. Bastante de hecho.
Aunque hice lo mismo que cada día, esa noche…tenía el presentimiento de que algo malo iba a pasar. Por eso mismo, estuve paseando por la casa…
El salón…la cocina…las habitaciones…
Me quedé fijamente mirando por una ventana desde el patio. Miraba ese pasillo…tan largo, recto y oscuro…
De repente, un extraño sonido salía de los conductos…era imperceptible, casi no podía escucharse, pero yo lo hacía. Lo escuchaba.
Observaba fijamente como de una de las placas del techo del pasillo se iba poco a poco retirando…hasta quedar un agujero oscuro y enorme.
Mis ojos no podían creerlo.
Hasta que, del agujero oscuro, una extraña silueta negra se arrastraba hacia la habitación. No era un animal, pero tampoco era un humano.
Me apresuré a mirar por la ventana de la habitación principal. Y ahí estaba ella, profundamente dormida. El médico le había recetado unos potentes y eficaces somníferos para poder descansar plácidamente debido a las pesadillas.
El ser oscuro tenía un palo largo, atado en la punta con una especie de paño.
Mi sorpresa fue cuando comenzó a azotarla y golpearla violentamente con él.
Me sentía pequeño, miedoso, impotente…mientras veía como ese ser tan oscuro arrastraba a la que consideré mi dueña hacia el agujero del techo y se cerraba lentamente.
Yo lo veo todo, y a ella jamás la volví a ver.