̶̶ ¡Al fin me dieron las llaves del piso nuevo! ̶ frase condenatoria.
Una vez mudado, intenté acomodarme en mi piso nuevo. Me di cuenta que los objetos mudaban de sitio misteriosamente. Los libros caían de los estantes como empujados por alguien.
En mitad de la noche, unos golpes me despertaron llamando a la puerta de mi habitación. Fue tarde…
Estaba muy asustado. Nunca me atreví a contarlo por miedo a lo peor. Me tacharían de demente.
Llevo días intentado vivir aquí y no ha mejorado esta situación. Mi gato me recibe con hostilidad cuando regreso de trabajar. Vivimos solos: Ariel y yo. A él no parece gustarle mucho su nuevo hogar. Esta madrugada ha sido para olvidar. Si hablara me lo diría, aun así, sus ojos felinos lo delatan. Estaba aterrado de pánico.
Entré en casa y éste se me abalanzó; jalándome ansioso el pantalón, temblaba… Contenía en sus ojos de animal un miedo inusual, imperceptible para el ojo humano. Traté de tranquilizarlo sin éxito, me di cuenta enseguida. Trataba enseñarme algo. Lo seguí hasta el final del pasillo. Había un armario situado en el corredor. Cuando compré el piso, estaba prácticamente amueblado, así que muchos cambios no tuve que hacerle.
Tamaña fue mi sorpresa al husmear detrás del mueble y encontrar una puerta oculta. La taparon con el armario por alguna razón. El corazón iba a salirme disparado por la boca, latía violentamente. Logré forzarla y entré. Había una habitación secreta que yo desconocía hasta entonces y que nadie me mostró cuando vine a conocer el piso. Era pequeña, estaba sucia y deteriorada, la luz apenas se filtraba por una diminuta rendija situada en el punto más alto de ésta.
Entonces lo vi. Estaba en un rincón del dormitorio, colgaba de una viga del techo por medio de una soga que se hallaba anclada a su cuello. Se balanceaba lentamente. Tenía las extremidades rígidas. Sentí cómo la sangre me bajaba del rostro de golpe, mientras me echaba a temblar.
Comprendí la premura por venderlo y el precio tan razonable.
Creo que vi fue un fantasma, porque no recuerdo mucho de lo que sucedió después. Salí de allí como alma que lleva el diablo. Cerré la puerta y volví a tapiarla con aquel armario enorme. Mi mente debió bloquearse pues solo puedo acordarme del terror.
Parece que se tranquilizó el tema. Se ha calmado después de aquella misteriosa incursión. No pierdo mis cosas tan a menudo, ni oigo a nadie tocando a la puerta de mi habitación. Desde que contraté los servicios de limpieza para llevar a cabo los trabajos en el piso, parece que está todo más normalizado. Aunque las luces se siguen apagando de vez en cuando…Aunque eso es lo de menos.
El piso está puesto en venta. Aunque hay algo que me inquieta…Desde hace tres noches, no dejo de escuchar la respiración siniestra de alguien junto a mi almohada. Me despiertan de vez en cuando dándome palmadas en la rodilla.
Nunca debí abrir esa puerta.