¿Cuándo fue la primera vez que sentí que detrás de mí había un ser misterioso? Recuerdo aquel atardecer que fui con unos amigos al campo. Estuvimos en un paraje denominado Góngora donde en otro tiempo hubo un cortijo del cual ahora solo se mantiene en pie una parte del mismo y está semiderruido.
Nos valentonamos a entrar a pesar del aspecto lúgubre que presentaba y que las sombras de la noche que ya estaba cayendo harían que en el interior del mismo no hubiese luz suficiente dentro. Tras empujar la desvencijada puerta de acceso vimos un salón con una enorme chimenea, y largo pasillo con habitaciones a un lado y otro del mismo. Realmente con la escasa luz que había en su interior daba escalofríos recorrer el prolongado corredor que nos llevaba fuera de la vivienda.
Estoy seguro que entré el último, tras todos mis amigos que lo hicieron delante de mí. Por eso cuando sentí que una mano se posaba en mi hombro izquierdo me giré para ver quién de ellos había sido. No había nadie tras de mí, pero sentía el peso de la mano e incluso sentí como si al presionarme intentara impedir que siguiera caminando. Grité horrorizado y mis amigos sin mirar para tras echaron a correr para salir por la otra puerta de la vivienda que seguramente daba a lo que había sido un patio. Yo permanecía inmóvil me sentía sujeto y el pánico me embargó cuando delante de mi caía parte del tejado de la ruinosa casa. Cuando me fue posible corrí hacia la salida.
Cuando estaba con todos fuera, me preguntaron por qué había gritado de aquel modo, que había asustado a todos. ¿Has visto algo? Me preguntaron
Intenté disimilar y respondí que había sido una broma. Pero mi cara lívida y mis temblores no pasaron desapercibidos para Ramón mi más cercano amigo de todos los allí presentes.
Regresamos a casa y durante el trayecto bromearon sobre lo ocurrido.
-Es un miedica, el aspecto fantasmagórico de la casa le ha hecho acogonarse de miedo.
-Jajaja, la verdad es que todos nos hemos achantado cuando ha gritado. ¡Ni que hubiera visto a un fantasma!
-No he visto a nadie, es que sentí que alguien ponía una mano en mi hombro.
-Si tú eras el último, ¿Qué estás contando?
-Pues no sé, lo habré imaginado, pero sentía que hasta me frenaba para que no continuase andando. Nos ha salvado. El tejado nos habría caído encima.
-Anda ya. Eso lo has provocado tú cuando gritaste.
No mucho después descubrir que siempre iba a estar ahí, su misión velar por mí. ¿Por qué? Nunca me lo ha dicho. Si, le he preguntado. A veces lo siento tan presente que le hablo. No, no me responde o sí. No es una voz, la que oigo. Son pensamientos que me asaltan y responden de un modo u otro la pregunta realizada. Por lo que no se, si solo es producto de mi imaginación o es un ser real.