Laura Juega en el jardín de su casa, ante la atenta mirada de su madre. Su vecina de al lado, Alba sale también al jardín. Al verse, Alba le propone a Laura que vaya a su casa a jugar, ella acepta aunque no parece entusiasmarle la idea a su madre.
Las dos niñas se juntan en el jardín de Alba, el padre de esta está asomado a la ventana, la madre de Laura y él, cruzan sus miradas por un instante aunque enseguida la evitan.
Las dos niñas se encuentran jugando en casa de Alba, el padre mira con mucha insistencia a Laura, al despedirse y sin que se entere Alba el padre le dice “¿por qué no vienes mañana y jugamos juntos con la consola?” A Laura se le saltan todas las alarmas, a su 10 años es muy madura para su edad, tal vez sea por la falta de una figura paterna.
Al día siguiente Laura acude a casa del vecino, aunque este no parece dispuesto a jugar a la consola, la coge de la mano y le acaricia el pelo, ella se tensa pero tiene la suficiente sangre fría para pedirle algo de beber. Cuando le trae un refresco ella le dice que lo acompañe, él se sirve otro vaso. Sentados de nuevo en el sofá ella se mete la mano en el bolsillo y hace una llamada con su móvil, él se levanta para atenderla y ella aprovecha para echar en su bebida el matarratas que ha cogido de su casa. Hecho esto el teléfono de la casa deja de sonar. Él vuelve a sentarse junto a ella, ella lo anima a beber, le propone el juego de “haber quién acaba antes” él accede. A continuación, él la abraza, ella se pone tensa. Él le susurra al oído “eres mi hija y hoy por fin he reunido el valor para decírtelo. Tu madre y yo no siempre nos hemos ignorado”
Laura por fin sabe la verdad, pero el mal ya está hecho.
FIN