No sé quién será el gilipollas descerebrado al que se le habrá ocurrido crear una web para un concurso que sube los textos directamente a la red, sin filtrar los contenidos y destrozando su configuración como documento, con tanto tipejo degenerado paseando a su antojo por el mundo. Tampoco sé quiénes serán los desocupados capaces de entrar a leer los relatos con el único fin de pasar un poco de miedo, o apoyar las ocurrencias de algún autor amigo, posiblemente un pelmazo semianalfabeto con ínfulas de escritor. De una manera u otra la has cagado bien entrando a esta página trampa sin ninguna precaución. Sé quién eres, desde donde has accedido y la ubicación exacta del teléfono u ordenador que has utilizado. Me sobran conocimientos sobre I.P., D.N.S., geolocalización y hakeo para saber dónde te has tirado cada pedo pestilente de tu culo flácido apenas diez segundos después de comenzar a leer los relatos del concurso.
Querías pasar miedo, ¿no?, pero te aburren las películas de vampiros, los monstruos ridículos y las historias con clichés repetidos hasta la saciedad. Tú necesitas algo más fuerte y te lo mereces por idiota. Ya no tiene vuelta atrás ni puedes borrar las huellas de tu acceso. Apenas se conozca el escrito ganador realizaré un sorteo aleatorio (prometo ser justo) entre sus afortunados lectores y el agraciado o agraciada (no vayan a rechazarme este relato por sexista) sufrirá los mismos horrores descritos en el relato triunfador, como colofón a una muerte imaginativa, dolorosa y lenta. Puedes correr, esconderte, huir a otro país…, no tengo prisa, conozco todos los datos de tu máquina y no voy a desaprovecharlos.
Sí, puedes consolarte pensando que esto no es sino otro relato mal escrito, pero… ¿y si no? Tal vez creas haber leído solo los peores y estar por ello a salvo, sin embargo no debes fiarte de los jurados: sus extravagancias ridículas y sus corruptelas en los fallos son legendarias. Solo te salvarás si acertaste a leer este infame relato primero y no cometiste la estupidez de leer otros, como ves, aquí no se concretan muertes ni laceraciones, salvo lo desagradable y obsceno del vocabulario y el uso abominable del lenguaje. Si gana el premio y tú el sorteo solo podría castigarte verbalmente, leyéndotelo una vez tras otra, con gotitas de saliva proyectadas en tu rostro por mi boca, cercana a tu cuerpo fuertemente atado a los laterales de la cama para que resistas su lectura durante algunas horas, mientras recapacitas sobre la maldad humana y tu estupidez. Nada que no puedas superar con algunas visitas al psicólogo. En fin, yo no dormiría tranquilo hasta conocer los resultados del concurso y tomaría algunas precauciones,…¡tú mismo!