«Voy montado en un trineo. Es de noche y el cielo está encapotado. Veo todo en blanco y negro y no sé por qué motivo, sólo puedo mover la cabeza hacia arriba o hacia abajo, como si mi vista fuera el haz de luz de una linterna que estuviese fija a un soporte. Una aterradora sombra vuela en círculos por encima de mí. La sigo durante largo rato, pero me escuecen los ojos, así que me los froto con ambas manos. Cuando miro nuevamente hacia arriba, ya no está. Siento cómo un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Busco la sombra desesperadamente, mirando hacia arriba y hacia abajo. Nada. Escucho un batir de alas poderosas a mi espalda; también una respiración profunda… Otro escalofrío. Ahora sí que podría girar la cabeza, si no fuera porque el pánico me lo impide. Escucho una voz ronca, de ultratumba:
- ¿Me buscabas?
Grito con todas mis fuerzas y…»
Me despierto empapado en sudor. Respiro profundamente. Miro la hora reflejada en el techo: las 02:00. No quiero dormirme otra vez, por si vuelve, así que trato de distraer mi mente pensando en otras cosas, pero una y otra vez acude a mi memoria un viejo cuento de mi infancia. Trata de una madre y su hijo que están en la cama, tapados hasta los ojos, aterrorizados porque algo viene a por ellos…
Intento que este horrible recuerdo abandone mi cerebro. Ahora no estoy para este tipo de emociones…
- ¡Ay mamaíta mía, mía, mía…! ¿Quién será…?
- Calla, pequeño mío, mío, mío, ya se irá…
- ¡No me voy, y subiendo las escaleras estooooy…!
No consigo quitármelo de la cabeza. Escucho ruidos en la escalera, como si algo rozase las paredes con sus uñas largas…
- ¡Ay mamaíta mía, mía, mía…! ¿Quién será…?
- Calla, pequeño mío, mío, mío, ya se irá…
- ¡No me voy, y abriendo la puerta de la casa estooooy…!
Siento que gira el picaporte y la puerta de entrada se abre…Un sudor frío baña mi frente.
- ¡Ay mamaíta mía, mía, mía…! ¿Quién será…?
- Calla, pequeño mío, mío, mío, ya se irá…
- ¡No me voy, y por el pasillo hacia la habitación que vooooy…!
¡Dios mío, está adentro! En el salón…
- ¡Ay mamaíta mía, mía, mía…! ¿Quién será…?
- Calla, pequeño mío, mío, mío, ya se irá…
- ¡No me voy, y debajo de vuestra cama estooooy…!
No encuentro el interruptor de la lamparita de la mesilla. Cuando consigo adaptar mis ojos a la oscuridad me parece ver una sombra que entra en la habitación, se agacha y se mete debajo de mi cama…
El miedo me paraliza pero consigo reunir un poco de valor y me arrastro como puedo por encima de la cama, hasta el borde.
Miro debajo…
Nadie.
Sonrío, nervioso. ¡Todo era un sueño!
Escucho detrás de mí una respiración profunda; y una voz ronca, de ultratumba:
- ¿Me buscabas?
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