Estoy dormida plácidamente. Algo me despierta. Son las 3 de la madrugada, todo en silencio y tranquilo. Me incorporo y voy al baño.
Algo me roza, ¿será mi imaginación? Cuando regreso a la cama, noto mucho frío. De nuevo algo me toca, eso me inquieta. Oigo un ruido a los pies de la cama. Será Ulises, mi perro, que otra vez se ha metido en la habitación, sabe que no puede hacerlo.
Le llamo y en ese momento oigo sus pasitos por el pasillo. Él no era…
Le vuelvo a llamar y me incorporo, veo que está en la puerta de la habitación y no entra, muy obediente. Pero le digo que pase y aun así no lo hace. Me levanto y en susurros le digo que venga. Me mira fijamente y no da ni un paso.
Gruñe. ¿Qué pasa? le digo. Sigue gruñendo y con la mirada sigue algo…yo no veo nada. Me está empezando a inquietar.
Me levanto y voy hacia él. Recula y gruñe.
Le agarro del collar para tirar de él hacia dentro; se revuelve y se va.
De repente un ruido; algo cae detrás de mí. Me sobresalto. Algo me vuelve a tocar, esta vez en la espalda, tengo el corazón a mil. Oigo como si me llamasen, ¿me estaré volviendo loca?
Intento salir de la habitación, pero algo me lo impide. Noto como me agarran por los tobillos, caigo de bruces y me arrastran hacia dentro. Todo se vuelve negro…
Suena el teléfono.
Me despierto.
¡Qué alegría, todo ha sido un sueño!
En la pantalla, un mensaje de Desconocido: ¡¡¡SAL DE LA HABITACIÓN!!!
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