Me despierto porque siento una sensación desagradable. Como si hubiera algo encima mío presionándome. ¿Algo o alguien? No sabría decirlo con seguridad. En ese estado que hay entre la vigilia y el sueño, mientras me despierto, puedo sentir como “eso” se desvanece. Un segundo después, con los ojos ya abiertos pienso: “un sueño”. Me doy la vuelta y me duermo otra vez.
Semanas después, acabo de dormirme, cuando la misma sensación agobiante me despierta. Mientras abro los ojos, lo que sea que provoca ese estado desaparece. Lo primero que pienso: “estoy peor de lo que pensaba”. ¿Ensoñaciones en estado de duermevela? También pienso en “íncubos” y “súcubos”, esos traviesos diablillos que gustaban de yacer con los humanos durante el sueño.
Se lo cuento a Nan, que escucha sin decir nada. Cuando termino me dice: “no es tan raro, hay gente a la que le pasan cosas peores”. Y me cuenta lo que le pasó a su prima, hace años.
Encontró un sitio en el que ya vivían otras dos chicas. La habitación que alquilaban tenía dos camas. Según las chicas ya estaba así cuando llegaron y así la habían dejado, aunque el alquiler era para una persona. Cuando comentó su intención de dormir en la cama de la izquierda, las chicas (con cierto nerviosismo), le dijeron que era mucho más cómoda la otra, así que finalmente les hizo caso.
Así transcurrió una semana. La cama era cómoda, el piso estaba cerca del trabajo, el alquiler no era caro, y el trato con las otras chicas era bueno.
Una noche decidió probar la cama de la izquierda. Le sorprendió no notar demasiada diferencia entre esa y la otra, así que se quedó a dormir en ella.
Llevaba un par de horas durmiendo, cuando la despertó la sensación de que alguien le había agarrado una pierna. Encendió la luz de un salto. En la habitación no había nadie. Fue hasta la habitación a servirse un vaso de agua y volvió a dormirse.
Tuvo entonces un sueño, en el que había un hombre de pie, al otro lado de la habitación, observándola. Un tipo alto y calvo de unos 50 años. Ella no tenía miedo, pero (por lo que fuera), tampoco podía moverse. El tío se acerca lentamente, se quita la ropa y se mete con ella en la cama.
Se despierta dando un grito y enciende la luz. No hay nadie. Hace un frío del carajo (mucho más que cuando se acostó), y suena a lo lejos música melódica. ¿Julio Iglesias? Son las 3 de la mañana.
Al salir al pasillo se encuentra con sus compañeras, que han oído el grito y la música. Las otras dos, sin decir nada, se dirigen hacia el salón. Ella las sigue. En el tocadiscos, un vinilo sonando a todo volumen.
- ¿Lo habéis puesto vosotras?
- No. Pasa a veces. Es una larga historia. ¿No te habrás acostado en la cama de la izquierda?
En fin, que tengáis felices sueños...