Abrió los ojos, mientras su pecho se expandía y contraía con gran violencia. Trató de levantarse, pero no pudo. De hecho, fue incapaz de mover su cuerpo más allá de unos pocos centímetros. Volvió a intentarlo pero su frente se chocó contra lo que parecía ser una pared de roca.
Ya sentía que le costaba tomar las más leves bocanadas de aire. Trató de girarse de nuevo, pero se chocaba una y otra vez con lo que parecía ser un muro rocoso, como sepultado bajo toneladas de piedra. Logró deslizar un brazo por encima del cuerpo, atravesándolo sobre el torso, pero se vio que ahora tenía un cuerpo que comprimía aún con más fuerza su caja torácica, no consiguiendo más que tomar unos pequeños sorbos de aire que apenas sí le permitían seguir consciente.
Sintió que la cabeza le daba vueltas. Su cerebro se iba apagando, pantalla que se quedaba en negro salvo por un disco luminoso e irregular que se iba desvaneciendo con el paso de los segundos.
Se moría. A oscuras. Sin saber dónde.
Una luz, surgida de alguna parte, dibujó los contornos de lo que parecía ser un túnel o pasillo cuadrangular, pero no supo decir si se encontraba muy lejos o muy cerca. Era de un color azul apagado en sus bordes, casi como una llama, pero en su centro era de un intenso blanco nuclear. De pronto, la fantasmagórica claridad comenzó a alejarse, apagándose y volviendo a sumirlo en las tinieblas.
Jadeando y sin dejar de toser, se apoyó sobre los codos y comenzó a reptar en la dirección de la luz. El fulgor le permitió ver los contornos del estrecho. Las paredes formaban un cubo estrecho, construido con grandes y pesados sillares de piedra unidos entre sí por lo que parecía ser algún tipo de argamasa, de superficie áspera de apariencia afilada.
Algo atenazó con fuerza sobrehumana su torso, comprimiéndolo con mano de gigante. La cabeza osciló con violencia en el vacío. El suelo había desaparecido. Movió el cuello, pudiendo contemplar que, bajo su nuca, se extendía lo que parecía ser un pozo circular cuyo final no pudo distinguir.
Algo se agitó en la penumbra.
La fuente de la que manaba la luz se acercó a su cabeza. Trató de retroceder, pero no fue capaz. Tensó el cuello, descubriendo con espanto que su cuerpo estaba aprisionado en la roca. Distraído como estaba por seguir la luz y encontrar una salida, no se había dado cuenta de que había caído en una trampa.
Estaba atrapado, sin escapatoria posible.
Gritó, espantado. La luz le fue revelando poco a poco los contornos grotescos, con una boca enorme e irregular se fue abriendo a la par que una lengua densa y de apariencia áspera asomó por unos largos y aguzados dientes cónicos dispuestos en triple hilera a lo largo de los maxilares.
La inmensa boca se abrió, precipitándose sobre él, al tiempo que el bulbo luminoso se pagaba, sumiéndolo todo de nuevo en las tinieblas.