No consigo dormir, hay algo que me visita, que me mantiene en alerta desde hace días. Se manifiesta como una tenue respiración, la misma que hacía me escondiera bajo las sábanas cuando era pequeña. La escucho de noche, cada vez más próxima.
Agudizo los sentidos, hoy ha tardado pero está ahí de nuevo. Parece reptar por las paredes, se acerca. Busco nerviosa el interruptor de la lámpara. Su débil luz me permite comprobar que no hay nadie más en la habitación. Bajo el somier un par de zapatillas, el armario cerrado, nada diferente y sin embargo lo percibo fundido entre las sombras, oliendo mi miedo, saboreándolo.
El tiempo deja de transcurrir, se detiene en un latido eterno. Me oculto bajo la sábana, encogida, esperando, deseando que acabe... Los párpados me pesan, lucho contra el sueño, lucho pero no puedo...
De repente me despierto, he sentido un roce frío en la mejilla. El Visitante está a mi lado, su peso hunde la cama hacia él. Su cara vacía junto a la mía, observándome, exhalando un aire frío que penetra mí piel, traspasándola, inundando cada una de mis células de terror absoluto. No puedo moverme, me ahogo.
“¿Qué quieres?, gimoteo, déjame, no me busques más, ya no soy un niña a la que asustar, vete, vete, vete… Mamá, por favor, ven, te dije que el Visitante existía, ven, ven, ven...”
El corazón me va a estallar. Un agudo dolor en el pecho se abre camino. ¡GRITO!, pierdo el control, pido ayuda... La luz parpadea, no quiero girar la cabeza no quiero ver. Su respiración, su aliento, sus dedos nudosos buscando mi carne... Me falta el aire. Intento huir, dejarlo atrás, corro, traspaso paredes sin mirar atrás, una ventana al fondo, una salida, tan solo unos metros y podré escapar...
Unas voces me devuelven a la vida. La luz del día se filtra por la ventana. Me levanto aturdida con el sabor de la pesadilla aún reciente y la extraña certeza de que el Visitante no volverá… Miro el reló de mesa, es pronto, tengo una hora para desayunar y llegar a clase.
Al ir al baño vuelven los gritos, proceden del patio. Se suman más voces, alguien pide una ambulancia, parece... mi madre. Miro por la ventana y veo a varias personas alrededor de un cuerpo extrañamente tendido sobre un charco de sangre. Reconozco el pijama, reconozco a esa chica... Yo también grito, grito con el alma, pero no me escuchan, no pueden..., estoy MUERTA